Seis años después, Marie solo recuerda que fue introducida a un cuarto, donde tras desvestirse la anestesiaron, cuatro meses más tarde recibió la funesta noticia, los daños provocados por la intervención le impedían volver a embarazarse.
“He cargado con esa culpa todo este tiempo, pero esa vez no tenía otro camino, cuando ocurrió iba a terminar el bachillerato, tenía 17 años, y quería ir a la universidad, no estaba lista para criar”, dice Marie, mientras intenta controlar el llanto.
El psiquiatra Manuel Báez define la reacción post aborto como natural. “El sentimiento de culpa y de vergüenza precede a ese tipo de decisiones, existe una sensación de repugnancia a sí misma, incluso se puede llegar hasta a la paranoia, la mujer cree que todo el mundo la acusa, y se aísla”, plantea.
En este cuatrimestre cuatro mil 24 chicas menores de 21 años debieron ser internadas por abortos inducidos, y el año pasado, de los 45 mil casos registrados, 19 mil 200 correspondieron a adolescentes entre 12 y 19 años, los números representan el 42.6 por ciento de la totalidad de de mujeres, cuyas edades oscilaron entre 12 y 45 años.
Ese año 48 mil muchachas dieron a luz en hospitales, lo que indica que el 40 por ciento de las embarazadas de 12 a 19 años abortó.
La situación es más grave si se analizan las provincias por separado. En San Cristóbal, el 80 por ciento de los abortos que llegan al hospital Padre Pina corresponde a muchachas que no rebasan los 20 años, lo mismo pasa en el hospital José María Cabral y Báez, de Santiago, donde las adolescentes inclinan la balanza, la constante se ha mantenido con ligeras variaciones en los últimos cinco años.
“Toman cualquier cosa y llegan al hospital en condiciones que hacen imposible salvar al bebé, y con frecuencia se convierte en una tarea titánica salvarlas a ellas”, expone el obstetra Darío Cruz, que atiende al mes un promedio de 18 casos.
En el 2004, 39 mil mujeres debieron ser asistidas por amenazas de abortos que se hicieron realidad, de esos, el 79 por ciento provocados.
En esos doce meses, de las 42 mil adolescentes embarazadas, 15 mil 21 evitaron convertirse en madre, un 38. 5 por ciento. Esa vez, los abortos en ese sector constituyeron el 39 por ciento de la totalidad.
En el 2003, las jóvenes que frustraron sus embarazos ascendieron a 13 mil 100, lo que representa el 32. 75 por ciento de las 40 mil reportadas en estado de preñez y el 35.1 por ciento de los 37 mil casos generales.
El problema podría ser mayor, dado que existe un subregistro porque muchos de los abortos no se asientan en los hospitales.
Los datos de la Secretaría de Salud Pública muestran una desproporción debido que a muchos centros no han entregado los reportes completos.
Los riesgos a que se expone una mujer cuando se somete a un aborto van desde daños irreversibles, como perforaciones en el útero, mutilación de ovarios, hasta la muerte.
“He cargado con esa culpa todo este tiempo, pero esa vez no tenía otro camino, cuando ocurrió iba a terminar el bachillerato, tenía 17 años, y quería ir a la universidad, no estaba lista para criar”, dice Marie, mientras intenta controlar el llanto.
El psiquiatra Manuel Báez define la reacción post aborto como natural. “El sentimiento de culpa y de vergüenza precede a ese tipo de decisiones, existe una sensación de repugnancia a sí misma, incluso se puede llegar hasta a la paranoia, la mujer cree que todo el mundo la acusa, y se aísla”, plantea.
En este cuatrimestre cuatro mil 24 chicas menores de 21 años debieron ser internadas por abortos inducidos, y el año pasado, de los 45 mil casos registrados, 19 mil 200 correspondieron a adolescentes entre 12 y 19 años, los números representan el 42.6 por ciento de la totalidad de de mujeres, cuyas edades oscilaron entre 12 y 45 años.
Ese año 48 mil muchachas dieron a luz en hospitales, lo que indica que el 40 por ciento de las embarazadas de 12 a 19 años abortó.
La situación es más grave si se analizan las provincias por separado. En San Cristóbal, el 80 por ciento de los abortos que llegan al hospital Padre Pina corresponde a muchachas que no rebasan los 20 años, lo mismo pasa en el hospital José María Cabral y Báez, de Santiago, donde las adolescentes inclinan la balanza, la constante se ha mantenido con ligeras variaciones en los últimos cinco años.
“Toman cualquier cosa y llegan al hospital en condiciones que hacen imposible salvar al bebé, y con frecuencia se convierte en una tarea titánica salvarlas a ellas”, expone el obstetra Darío Cruz, que atiende al mes un promedio de 18 casos.
En el 2004, 39 mil mujeres debieron ser asistidas por amenazas de abortos que se hicieron realidad, de esos, el 79 por ciento provocados.
En esos doce meses, de las 42 mil adolescentes embarazadas, 15 mil 21 evitaron convertirse en madre, un 38. 5 por ciento. Esa vez, los abortos en ese sector constituyeron el 39 por ciento de la totalidad.
En el 2003, las jóvenes que frustraron sus embarazos ascendieron a 13 mil 100, lo que representa el 32. 75 por ciento de las 40 mil reportadas en estado de preñez y el 35.1 por ciento de los 37 mil casos generales.
El problema podría ser mayor, dado que existe un subregistro porque muchos de los abortos no se asientan en los hospitales.
Los datos de la Secretaría de Salud Pública muestran una desproporción debido que a muchos centros no han entregado los reportes completos.
Los riesgos a que se expone una mujer cuando se somete a un aborto van desde daños irreversibles, como perforaciones en el útero, mutilación de ovarios, hasta la muerte.
Datos fríos del problema
Las estadísticas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, de Salud Pública y de varias organizaciones que trabajan con ese segmento poblacional, especifican que de las 39 mil 845 adolescentes de cuyos abortos se tiene constancia, cinco mil 491, el 13. 7 por ciento, falleció.
Algunas fueron llevadas a los centros después de que les practicaran “abortos caseros” y perecieron por hemorragia.
Esos datos precisan que de esas chicas, 14 mil 65, el 47 por ciento no terminó la educación básica, el 29 por ciento, obtuvo el título de bachiller y el 14 por ciento estaba inscrita en alguna universidad.
“Existe mucha desinformación sobre la sexualidad, se ha tomado el camino más fácil, entregar anticonceptivos, incluso en las escuelas, la cuestión empeora cuando la muchacha es asesorada por gente sin escrúpulos, que la pone en manos de profesionales carniceros” , indica el sociólogo César Gómez.
“Muchas veces ni siquiera saben que están embarazadas, porque nunca van a chequearse cuando tienen sexo”, explica la ginecóloga Glenda Mir.
El 14. 5 por ciento de las mujeres que han abortado ha sufrido daños severos que le dificultan embarzarse otra vez.
Luis Rosario de la Pastoral Juvenil
“Hace falta ampliar los niveles de conciencia entre la los jóvenes, educar sexualmente”.
Las estadísticas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, de Salud Pública y de varias organizaciones que trabajan con ese segmento poblacional, especifican que de las 39 mil 845 adolescentes de cuyos abortos se tiene constancia, cinco mil 491, el 13. 7 por ciento, falleció.
Algunas fueron llevadas a los centros después de que les practicaran “abortos caseros” y perecieron por hemorragia.
Esos datos precisan que de esas chicas, 14 mil 65, el 47 por ciento no terminó la educación básica, el 29 por ciento, obtuvo el título de bachiller y el 14 por ciento estaba inscrita en alguna universidad.
“Existe mucha desinformación sobre la sexualidad, se ha tomado el camino más fácil, entregar anticonceptivos, incluso en las escuelas, la cuestión empeora cuando la muchacha es asesorada por gente sin escrúpulos, que la pone en manos de profesionales carniceros” , indica el sociólogo César Gómez.
“Muchas veces ni siquiera saben que están embarazadas, porque nunca van a chequearse cuando tienen sexo”, explica la ginecóloga Glenda Mir.
El 14. 5 por ciento de las mujeres que han abortado ha sufrido daños severos que le dificultan embarzarse otra vez.
Luis Rosario de la Pastoral Juvenil
“Hace falta ampliar los niveles de conciencia entre la los jóvenes, educar sexualmente”.
Los métodos usados.
Inyección salina:
Se aplica horas antes de efectuar el aborto y sirve para acelerar la expulsión del feto, funciona como un “alumbramiento real”, las contracciones y el procedimiento son similares a los de un parto.
La pinza:
Artefacto de metal que desmiembra al feto y lo extrae por secciones, los mayores riesgos para la mujer son las perforaciones que pueda sufrir en los órganos reproductores. Dura unos 30 minutos.
El feto es sacado a través del vientre, como en los casos de cesáreas normales, es un proceso de altos riesgos, y grandes complicaciones, por lo que se hace antes de los tres meses de gestación.
Las píldoras:
Medicamentos contraindicados para embarazos, su ingesta puede inducir al desprendimiento del feto. Algunos laboratorios han eliminado el componente “abortivo”.
Infusiones:
Se elaboran con hierbas y otros ingredientes tóxicos que al ser tomados provocan contracciones similares a los dolores de parto, junto a las pastillas son uno de los recursos más usados.
Se elaboran con hierbas y otros ingredientes tóxicos que al ser tomados provocan contracciones similares a los dolores de parto, junto a las pastillas son uno de los recursos más usados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario